Los cambios que Chile necesita en salud dependen de la capacidad de generar consensos amplios que se traduzcan en acción.
En las últimas décadas, Chile ha vivido una democracia marcada por la alternancia, muchas veces acompañada de una lógica pendular que avanza y retrocede según el gobierno de turno. En salud, ese movimiento se tradujo en una consecuencia evidente: la acumulación de diagnósticos sin una hoja de ruta común que oriente las decisiones de largo plazo.
Esa constatación fue la que nos motivó, junto a la Mesa de Salud AmCham Chile, a desarrollar el estudio Pensando la Salud del Futuro, cuyo propósito fue reunir en un mismo espacio a representantes del mundo privado, técnico y académico de todos los sectores políticos, con un objetivo compartido: construir un conjunto de mínimos comunes que permitan proyectar un sistema de salud más integrado, equitativo y sostenible hacia 2030.
La convocatoria fue amplia y diversa. Participaron empresas del ecosistema de salud —aseguradoras, prestadores, laboratorios, dispositivos médicos, y tecnológicas— junto a expertos, ex autoridades y académicos que, desde miradas distintas, coincidieron en un punto esencial: Chile no necesita más diagnósticos, sino capacidad de ejecución. Durante más de veinte años se ha descrito con precisión el problema; el desafío ahora es actuar sobre lo ya aprendido, transformando el conocimiento acumulado en decisiones efectivas.
El estudio partió precisamente de esa premisa. Sistematizó los principales aportes elaborados por universidades, comisiones y centros de pensamiento para avanzar desde ese acervo común hacia una agenda de acción concreta. El resultado fue una Agenda 2030 articulada en torno a cuatro pilares que abordan los nudos estructurales del sistema:
Primero, financiamiento trazable y sostenible, que propone avanzar en interoperabilidad financiera entre Fonasa, Minsal y Servicios de Salud, con trazabilidad presupuestaria en tiempo real, automatización de pagos y control de la deuda hospitalaria.
Segundo, acceso equitativo e integración de redes, que busca conectar de manera efectiva los sistemas público y privado mediante una red integrada con derivación automática al superar plazos GES, metas regionales y mecanismos de auditoría.
Tercero, eficiencia basada en datos, orientada a fortalecer la atención primaria como eje del sistema, ampliar el uso de GRD y evaluaciones de desempeño a directivos y modernizar el modelo de compras públicas basada en calidad e incorporando adjudicación múltiple, contratos con resultados y cumplimiento logístico.
Y cuarto, innovación con institucionalidad, que propone pilotajes y sandbox sanitarios para la incorporación de nuevas tecnologías bajo criterios explícitos de costo-efectividad y riesgo compartido.
Durante el lanzamiento del estudio, representantes de las principales candidaturas presidenciales participaron del debate y, lo más relevante, existió acuerdo tanto en el diagnóstico como en las propuestas. En un tema históricamente ideologizado, esa coincidencia es una señal alentadora: demuestra que sí es posible construir una base transversal que trascienda los ciclos políticos y habilite reformas sostenibles en el tiempo.
En EK, lo que nos moviliza es crear estrategias que impactan y movilizan. Por eso, junto a AmCham Chile, impulsamos este esfuerzo colectivo con una convicción profunda: los cambios que Chile necesita en salud dependen de la capacidad de generar consensos amplios que se traduzcan en acción. Porque la salud del futuro no se construye con más diagnósticos, sino con decisiones compartidas que mejoren la vida de las personas hoy.
Fuente: El Dínamo
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