Los ciberataques se convirtieron en una de las amenazas más graves para la economía mundial, afectando a empresas, instituciones públicas y particulares. Los ataques mediante ransomware crean costosas interrupciones operativas y resulta mucho peor si se trata de robos masivos de datos o de sabotajes a infraestructuras críticas. En consecuencia, los ciberriesgos dejaron de ser una preocupación técnica para convertirse en un problema sistémico.
En el contexto actual, el sector asegurador juega un papel determinante. Sin embargo, las características propias del ciberriesgo (alta volatilidad, escasa predictibilidad e interdependencias) demostraron ser insuficientes para las coberturas del seguro tradicional, cuya capacidad encuentra serias limitaciones frente a siniestros de alta intensidad. ¿Cómo seguir ofreciendo protección cuando la magnitud potencial del riesgo excede las reservas del propio sector?
El reciente informe de The Geneva Association, titulado “Catalysing Cyber Risk Transfer to Capital Markets: Catastrophe Bonds and Beyond”, ofrece una respuesta clara: es hora de que los mercados de capitales participen en la transferencia de ciberriesgos. Simultáneamente, compañías como MAPFRE ya están desplegando estrategias concretas para hacer frente a este desafío, combinando alianzas tecnológicas e innovación en el ámbito del reaseguro.
El dilema del seguro tradicional frente a un ciberataque
Los productos de ciberseguro experimentaron un notable crecimiento en la última década. Según datos del informe de The Geneva Association, el volumen de primas globales aumentó significativamente, sobre todo en mercados como Estados Unidos y Europa occidental. Sin embargo, este crecimiento cuantitativo no garantiza una capacidad real de respuesta ante eventos de gran escala.
La razón es sencilla: los modelos tradicionales de suscripción, tarificación y acumulación de riesgo están concebidos para amenazas con patrones históricos relativamente estables, como los incendios o los robos. Pero los ciberriesgos no se comportan de forma lineal. Su carácter intangible, la falta de datos históricos consolidados y la posibilidad de que un mismo evento afecte simultáneamente a miles de empresas en diferentes países, hacen que la exposición sea difícil de delimitar y de calcular.
Según el mencionado informe, “el capital de los seguros tradicionales es limitado y puede no ser suficiente para absorber los eventos catastróficos cibernéticos del futuro”.
Este detallado análisis propone ampliar el perímetro de protección recurriendo a una vía ya explorada en otros ámbitos de riesgo extremo: los mercados de capitales. Así como existen bonos catastróficos para huracanes o terremotos, sería posible desarrollar instrumentos financieros específicos para riesgos cibernéticos, como los llamados “cyber cat bonds”.
Los mercados de capitales como solución complementaria
La idea de transferir parte del riesgo cibernético a los inversores institucionales no es nueva, pero aún se encuentra en una fase incipiente. Para The Geneva Association, esta estrategia permitiría inyectar capital adicional al sector de los seguros y absorber eventos que actualmente son casi inasegurables. No obstante, se requieren avances sustanciales en la estandarización de los contratos, la transparencia de los datos y la modelización del riesgo.
La clave para atraer a los inversores es la creación de productos comprensibles y medibles. Si no se consigue traducir el riesgo cibernético en términos financieros claros (como pérdidas predefinidas, índices paramétricos o eventos disparadores bien delimitados) será difícil que los fondos de pensiones o las aseguradoras institucionales se animen a participar. En este punto, la colaboración entre el mundo asegurador, el sector tecnológico y el financiero se convierte en una condición indispensable.
El caso de MAPFRE: actuar en el presente mientras se construye el futuro
Mientras los mercados de capitales se preparan para asumir un papel más activo, algunas aseguradoras están tomando medidas para adaptar sus modelos de negocio al nuevo contexto. MAPFRE está desarrollando una doble estrategia: por un lado, facilitar el acceso de las pymes a soluciones de ciberprotección; por el otro, reforzar su capacidad reaseguradora mediante herramientas de análisis avanzado.
En el mercado español, MAPFRE estableció una alianza con la insurtech Cyberwrite, especializada en evaluación de ciberriesgos para pequeñas y medianas empresas. Con este proyecto, la aseguradora puede ofrecer a sus clientes informes de riesgo en tiempo real, generados mediante inteligencia artificial. Estos informes permiten conocer con precisión las vulnerabilidades digitales de cada empresa, cuantificar la exposición al riesgo y diseñar pólizas adaptadas a cada caso.
Este enfoque resulta especialmente útil para las pymes, tradicionalmente desatendidas en materia de ciberseguro, debido a la complejidad de los productos y al desconocimiento técnico. Actualmente, una empresa puede contratar un seguro ajustado a su perfil de riesgo digital sin necesidad de contar con un departamento de ciberseguridad propio.
A nivel internacional, MAPFRE RE también intensificó su apuesta por la analítica de ciberriesgos, firmando un acuerdo de tres años con CyberCube, una de las plataformas más avanzadas del sector. Esta herramienta permite modelar escenarios de pérdida cibernética a gran escala, identificar acumulaciones de riesgo por sector o región, y mejorar la toma de decisiones estratégicas en materia de reaseguro.
La innovación como bandera
El avance de la digitalización y la creciente sofisticación de los ciberataques están redefiniendo el concepto mismo de riesgo. Lo que hasta hace poco se consideraba un problema informático, en la actualidad se convirtió en una amenaza económica de primer orden, capaz de provocar daños comparables a los de un desastre natural.
En este contexto, el sector de los seguros se enfrenta a una encrucijada: o se adapta a esta nueva realidad o quedará desbordado por la magnitud de los siniestros. El informe de The Geneva Association plantea con claridad una vía prometedora: complementar la capacidad del seguro tradicional con los recursos de los mercados de capitales. Pero mientras esa infraestructura se consolida, los actores del presente deben actuar con decisión.
MAPFRE representa un ejemplo de cómo combinar innovación tecnológica, inteligencia de datos y colaboración estratégica para anticiparse a los desafíos del mañana. Con iniciativas como la alianza con Cyberwrite y el acuerdo con CyberCube, la aseguradora no solo refuerza su posición competitiva, sino que contribuye a construir un ecosistema más resiliente frente al riesgo digital. Un ecosistema en el que asegurar lo intangible será cada vez más la regla y no la excepción.
Fuente: 100% Seguro
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