El futuro del sistema financiero chileno será, cada vez más, uno donde las personas sean las verdaderas dueñas de sus datos y puedan convertir esa información en valor tangible para mejorar su bienestar y acceso al crédito.
La puesta en marcha del Registro de Deuda Consolidada (REDEC) y del Sistema de Fianzas Abiertas (SFA) —también conocido como Open Finance— marcan uno de los mayores hitos del sistema financiero chileno en décadas. Ambas iniciativas abren paso a una nueva era de transparencia, competencia e inclusión, donde los datos financieros dejan de ser propiedad exclusiva de las instituciones y pasan al control del propio usuario. Este cambio, ya probado en economías como Brasil y Reino Unido, sitúa a Chile en el umbral de una transformación profunda.
El eje común de ambas reformas es el empoderamiento del cliente como dueño real de sus datos, capaz de decidir quién los usa y con qué propósito. Aunque REDEC y Open Finance tienen calendarios distintos, comparten una visión: poner al cliente como dueño de su información.
En noviembre comenzará la marcha blanca del REDEC, que transformará la calidad y disponibilidad de la información crediticia. Hoy el sistema se basa en registros negativos y fragmentados, limitando el acceso de buenos pagadores a mejores condiciones. El nuevo registro, administrado por la Comisión para el Mercado Financiero (CMF), centralizará las deudas de personas y empresas y las actualizará periódicamente. Esto permitirá una evaluación de riesgos más justa, inclusiva y transparente.
En muchos sentidos, REDEC es el paso previo para una correcta implementación del Open Finance. Al sumar información positiva y ampliar el acceso a los datos bancarios, se podrán ofrecer productos más personalizados, mejores condiciones y propender a una mayor inclusión financiera. El usuario decidirá cuándo y con quién compartir su información, lo que cambia radicalmente la dinámica del mercado.
La experiencia internacional muestra que la apertura financiera trae beneficios, pero también desafíos. Países como Brasil han avanzado con liderazgo regulatorio claro y una gobernanza sólida, mientras que en la Unión Europea y Reino Unido el éxito se ha basado en estándares técnicos y protección al consumidor. En Chile, el desafío será equilibrar innovación con seguridad.
El acceso masivo a nuevos datos implica riesgos en materia de protección de información, ciberseguridad y fraude, lo que exigirá inversión tecnológica, coordinación institucional y cultura de adaptación. También será clave fortalecer la educación financiera y la conciencia sobre derechos y responsabilidades para generar confianza y acelerar la adopción.
Las instituciones financieras deberán mirar más allá del cumplimiento normativo. Deberán repensar modelos de crédito, provisiones y procesos internos, y anticipar oportunidades de valor derivadas del REDEC y el Open Finance.
La implementación del REDEC y el Open Banking coloca a Chile en una posición destacada en la región, con herramientas de clase mundial para impulsar la innovación y proteger a los usuarios. El éxito dependerá de un ecosistema colaborativo entre bancos, fintechs y reguladores, donde la confianza sea el eje central.
El futuro del sistema financiero chileno será, cada vez más, uno donde las personas sean las verdaderas dueñas de sus datos y puedan convertir esa información en valor tangible para mejorar su bienestar y acceso al crédito.
Fuente: Ex-Ante
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