Fitch Ratings advierte en su último informe de que las aseguradoras globales se enfrentan a un aumento estructural de los costes regulatorios, impulsado por tres frentes interconectados: la transformación del ramo de Vida, el cambio climático y la adopción acelerada de inteligencia artificial (IA). Si bien los dos últimos son retos a largo plazo, es la creciente presión normativa sobre el negocio de Vida la que puede generar un impacto más inmediato en la operativa del sector.
La preocupación de los supervisores se centra en el auge de los activos alternativos y la expansión del reaseguro transfronterizo intensivo en capital, fenómenos cada vez más comunes en un entorno de búsqueda de rentabilidad. Instituciones como la IAIS, la NAIC o la Autoridad Monetaria de Bermudas buscan identificar riesgos de liquidez y crédito que escapan a los marcos actuales de capital regulatorio. También vigilan posibles prácticas de arbitraje regulatorio que podrían comprometer la estabilidad financiera sistémica.
En este contexto, la reciente adopción por parte de la IAIS del Insurance Capital Standard como estándar global de solvencia marca un punto de inflexión, acompañado de una definición clara del riesgo climático como prioridad estratégica. A nivel europeo, EIOPA plantea revisiones en Solvencia II que pueden endurecer la carga de capital para riesgos de catástrofes naturales.
En paralelo, la regulación de la IA gana tracción. Aunque esta tecnología promete mejoras significativas en eficiencia, Fitch advierte de que los costes asociados a su supervisión podrían compensar parcialmente esos beneficios. La IAIS ya ha elaborado un borrador orientativo para abordar cuestiones como sesgos, privacidad de datos y rendición de cuentas, mientras EIOPA lanza una consulta pública sobre la gobernanza y gestión de riesgos vinculados al uso de IA en seguros.
Fuente: Inese
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