Paola Suárez es abogada con especialización en finanzas y un MBA del Inalde Business School.
Hablemos sobre su rol en Seguros Bolívar.
Mi papel es posicionar la marca, pero no solo manejo el mercadeo de Seguros Bolívar, sino también el de Servicios Bolívar y El Libertador. Todos los días pienso en cómo hacer acciones que construyan marca y, al mismo tiempo, ayuden a construir país. Algunos podrían preguntarse qué tiene que ver una cosa con la otra, y es que nosotros tenemos muchos aliados: en El Libertador están las inmobiliarias; en servicios, las personas que compran y venden vivienda, y en seguros, nuestros intermediarios, agencias y agentes. Cada vez que posiciono la marca, y más colombianos confían en Seguros Bolívar, genero empleo y contribuyo al desarrollo del país. No solo creo empleo en seguros, sino que ayudo a que esas agencias e inmobiliarias vendan más.
En un mundo donde los números y las estrategias suelen dominar el lenguaje de los negocios, ¿cuál ha sido su forma de mantener viva la conexión con las personas, con lo humano, en cada decisión que toma?
Empecé hace 25 años en el grupo como cajera, atendiendo a clientes en la fila de Davivienda. He pasado por muchos puestos y me he dado cuenta de lo importante que es entender al usuario y dar un poco más de lo que uno puede. Hay que tener un propósito superior, algo que te inspire más allá de las cifras o el sueldo. Es eso que hace que te levantes cada día. Me siento feliz cuando logro conectarme con la gente, cuando puedo ayudar a alguien: mejorar su negocio, enseñarle algo nuevo o aprender de ella. Ese propósito es el que me ayuda a no perderme en las cifras.
El sector asegurador y el inmobiliario están profundamente ligados a las ideas de seguridad y hogar. ¿Qué significa la palabra “cuidado” en este contexto y en su propia vida?
El hogar va mucho más allá de una estructura física. Pensamos en que es solo el apartamento, pero no: es mi patrimonio tangible, y también el intangible, donde está mi familia, con sus distintas formas. Cuidar ese hogar implica darles tiempo a tus seres queridos, crecer juntos en lo material y en lo espiritual. Lo bonito de haber venido del sistema financiero a seguros es que aquí no solo hablamos de proteger un inmueble o de ayudar a una inmobiliaria, sino que hablamos de bienestar, de salud y de equilibrio.
Uno de sus objetivos es la innovación digital y de los servicios. Mucho se habla de esto como algo de tendencia, pero poco de la intuición que la mueve ¿Cómo cultiva la capacidad de intuir lo que aún no existe, lo que aún no se ha dicho?
Cuando uno está desarrollando un producto siempre debe preguntarse cuál será el titular de prensa, o el factor sorpresa. A veces uno se vuelve rutinario y olvida que el producto debe tener algo nuevo, algo que impacte. Y ese diferencial solo se logra innovando, identificando brechas, insatisfacciones del cliente, oportunidades. Eso debe ser parte de la cultura organizacional, no de un área o proceso. Ahora, sobre la intuición: muchas cosas nacen de la metodología y la disciplina, pero también de la intuición. Es esa capacidad de leer al cliente, de leer el mercado, de confiar en tu experiencia y saber que algo va a funcionar.
Hablemos sobre los retos de liderar un equipo.
El líder debe ser ejemplo. Cuando construyes una carrera desde cada peldaño, valoras tener a personas con las que puedas cocrear. Quien lidera debe capacitarse y tener la humildad de saber que siempre está aprendiendo. No importa el cargo, todos los días se aprende de otros. También es importante entender quién es cada persona del equipo, no solo durante las ocho horas laborales, pues mi compromiso es ayudarte a ser mejor persona y permitirte que me des retroalimentación con humildad. Al final, todos somos humanos, solo cumplimos roles distintos. Si partimos de esa base, creamos vínculos y crecemos juntos.
¿Recuerda alguna conversación, escenario o tropiezo que haya marcado un giro en su forma de entender el liderazgo?
En 2015, cuando estaba en Davivienda, comencé a crecer como líder y creía que esa labor era solo exigir resultados. En un proyecto nuevo, con mucha presión, el equipo no logró cumplir las metas, por lo que trajimos un “coach”, que me dijo: “Tú solo te conectas a través del resultado. ¿Y qué pasa cuando no lo logramos? ¿Qué pasa con mis miedos? ¿Por qué no me reconoces?”. Ese día entendí que me estaba cegando. Solo veía la meta y no a las personas. Y también estuve ahí. No es chévere. Aprendí a dejar que otros brillen, a no querer ganar siempre, a reconocer a los demás.
¿Qué pregunta se hace cuando tiene que tomar una decisión difícil? ¿Desde qué lugar la responde: la razón, la experiencia, el propósito...?
Actúo desde una combinación de factores. Por ejemplo, tomar la decisión de cerrar un negocio —que implica desvincular equipos— es una de las más difíciles. Si tu propósito es construir país, cerrar una línea puede sentirse como ir en contra de ese objetivo. Entonces me detengo y me pregunto: ¿hice todo lo posible por impulsar ese negocio? ¿Apoyé lo suficiente a las personas? También he aprendido que no todo se logra. A veces hay que cerrar ciclos o tomar decisiones difíciles, pero lo importante es saber que lo intentaste, que brindaste herramientas, que innovaste.
¿Cómo se ha transformado su rol como mujer en el mundo corporativo? ¿Ha sentido estigmas o brechas de género?
Más que estigmas externos, creo que una misma, como mujer, se pone metas muy altas. No quiero generalizar, pero en mi caso quería ser la mejor mamá, amiga, esposa, ejecutiva, compañera… Con el tiempo entendí que hay cosas que se pueden delegar y que hay otras que no son negociables. Por ejemplo, si tengo una reunión en el colegio de mis hijos, voy sin sentir culpa. Si mi hijo está enfermo, me voy a cuidarlo, sin que eso me haga menos profesional. También hay días en los que estoy completamente volcada al trabajo. Lo importante es ser coherente con tu propósito, con lo que te hace feliz.
¿Hubo algún momento en que se sintió culpable por no poder cumplir todos los frentes?
Tuve un momento muy difícil en mi vida: hace ocho años falleció mi hijo de dos años. Eso me enseñó que hay cosas que hay que soltar, que no puedes estar bien en todo. Que se vale decir: hoy no. Hoy estoy con mi familia, hoy necesito caminar, hoy quiero desconectarme. La vida es muy finita. Y cada persona tiene derecho a buscar su felicidad y plenitud.
¿Qué ha aprendido del fracaso que no habría podido aprender del éxito?
He aprendido mucho más de los errores. Por eso, con mis equipos, hago un evento llamado “reconocimiento al error”: premiarlos nos permite aprender rápido y en conjunto. Tuvimos un emprendimiento llamado Jelpit Personas, una “startup” para conectar a personas con personal de aseo. Lo intentamos durante tres años, pero no funcionó. Al principio fue frustrante, pero dejó lecciones valiosas: a veces nos dejamos llevar por la tecnología sin validar bien el producto, y no siempre valoramos el impacto real que tiene cada persona en el equipo.
Fuente: El Espectador
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