En tanto que el área con coberturas de seguros de rendimiento “aumentó 133%” en las últimas cinco zafras, de 2019-2020 a 2023-2024, indican.
Que no se entreguen. “El año pasado empezaron los ajustes, sobre todo en la cobertura de rendimiento”, pero “no es la única que ha tenido ajustes porque las indemnizaciones de heladas y de granizo han sido muy altas en los últimos años”, entonces “todas las coberturas han tenido ciertos ajustes”, como la de “resiembra también”, dijo a Agro de Búsqueda el supervisor del Departamento Agronómico del BSE, Andrés Grunert.
Afirmó que este banco pretende “mantener el nivel de cobertura y, tal vez, ajustar la tasa un poco”.
“Porque después que hay un siniestro lo valoran muy bien como la forma que tiene el banco de indemnizar al productor, y por eso muchas veces cuando se comparan coberturas entre el BSE y otra compañía, tal vez la del banco sea algo más cara, pero si se tiene un siniestro es sensiblemente mejor”, sostuvo. Y acotó que eso sucede con “casi todos los riesgos”.
En cuanto a los seguros agrícolas de rendimiento, Grunert comentó que “después de los golpes de los últimos años, a Uruguay no se le pueden dar, en líneas generales, garantías más altas de los 1.000 a 1.100 kilos”. Señaló que “el productor uruguayo cuando viene la seca, se cae”, y “no importa su capacidad, ni el nivel de manejo, los pisos los tiene”, entonces “eso hizo que vayamos a coberturas más catastróficas”.
Esto “lo que hace es que hasta un nivel de pérdida se hace responsable el productor, después de ahí acompaña la aseguradora, o sea le ponemos un piso a la pérdida, pero después lo que hicimos también fue que ya al fondo del todo, en un nivel máximo de pérdida, vuelve a hacerse cargo el productor”, indicó.
A modo de ejemplo, el supervisor del BSE planteó que “si el productor tiene una cobertura que va desde los 1.000 kilos, o sea si saca arriba de 1.000 kilos, no le paga el seguro”. “Si saca 500 kilos, le paga de 500 a 1.000 kilos, pero cuando cae abajo de, por decir algo, 200 kilos, que es un 20% de la cobertura, ahí ya le deja de pagar”, dijo.
Resumió que “si el productor sacara cero, el banco le pagaría 800 kilos, o sea de cero a 200 kilos se hace cargo el productor, y de 200 a 1.000 es lo que le paga la cobertura”.
Esto “se hace también para que los productores no se entreguen en la chacra”, y “que no dejen” de seguir el cultivo, para que quieran cosechar “aunque sea algún kilo”, destacó.
Sostuvo que “aunque la seca sea extrema, como fue en la zafra 2022-2023, en varios campos igual se logró sacar algo”.
Las coberturas “van a tender a ir a este tipo de funcionamiento, con gatillos más bajos y que abajo dejan de cubrir también”, dijo.
Grunert hizo hincapié en que hay un “aumento en las exigencias de la cobertura”, como en “el número de plantas, fertilización, tipo de suelo donde se siembra, fecha de siembra”, lo que comprende “una serie de manejos que hacen a lo que es la agricultura, que también ayuda a que el productor siga una buena práctica”.
A fines de 2023 la participación en el mercado asegurador agrícola se distribuye de la siguiente manera: BSE lidera con el 69%, luego figuran las empresas privadas Surco con 11%, Sancor con casi 10% y Mapfre y Sura con 5% cada una.
Los operadores del sector consideran que el “reto principal” es ofrecer “coberturas sostenibles” a un mayor número de productores.
Para alcanzar ese objetivo resulta “crucial” disponer de un “respaldo financiero sólido que cubra el capital en riesgo”, lo que “puede lograrse mediante reaseguros, fondos estratégicos para emergencias, o una combinación de ambos, especialmente en coberturas sistémicas como el déficit y el exceso hídrico”.
Grunert se refirió a una situación novedosa en cuanto a que “los seguros de rendimiento se vienen achicando” en la mayor parte del mundo, y en ese sentido “las aseguradoras se retiraron de Latinoamérica en prácticamente todos los países en estas coberturas”, pero “en Uruguay confían en el Banco de Seguros”, y por eso este banco viene “aumentando” el servicio en cuestión.
Esta cobertura del seguro de rendimiento en 2024 es “parecida” a la del año pasado, con un “ajuste en el valor de la soja, que cuando se cerraron los contratos del seguro estaba en US$ 390 por tonelada, y ese es el valor del grano que tiene para el BSE, dijo.
Para entender cómo opera este tipo de cobertura de seguro agrícola, el supervisor agronómico del banco afirmó que está “directamente relacionado a los kilos producidos”. “El productor contrata siembra, con cobertura básica de granizo puede adicionarle viento y demás, coberturas nominadas, y el rendimiento lo que sí cubre es el exceso o el déficit hídrico”, acotó.
Otro asunto a tener en cuenta, según este funcionario, es el historial de los clientes, como puede ser el caso del “productor que viene asegurando en el banco” y entonces “siempre tiene la prioridad”. Si ese productor decide no contratar entonces se resuelve “abrir a otros productores nuevos o a otros que no tomaron la cobertura”.
El futuro y salir a blanquear. Otras novedades que parecen ser parte de la clave del futuro del sector es el de los “seguros paramétricos”, que “evalúan un parámetro en base a un indicador satelital, puede ser un índice verde, temperaturas o precipitaciones”, que “paga en función de la variación de ese índice en un período de tiempo que se asocia a ciertas pérdidas en los cultivos, dijo el suscriptor de Sura, Gonzalo Gutiérrez, en declaraciones al programa Punto de Equilibrio, en radio Carve.
Esta empresa ofrece seguros paramétricos vinculados con la calidad del cultivo de cebada cervecera y tiene “en desarrollo” otros para el caso de la soja y de este cereal en base a la variación del Índice de Vegetación Normalizada (NDVI, por su sigla en inglés) o conocido como índice verde, que sirve para cuantificar el verdor y es útil para comprender el estado de salud de las plantas, además de un seguro de precio en cebada.
Planteó que ese tipo de seguros ya existió en su momento por parte del BSE, pero “el problema es que tienen un porcentaje de margen de error”, “derivado de lo sólida que es la base de datos” de las empresas.
En Uruguay hay una cuestión “cultural” vinculado a que el “productor quiere un rendimiento a campo”, por lo que es necesario hacer un “trabajo educativo para pasar de ese concepto hacia las variaciones de parámetros”, trabajar en “la construcción de los índices” y “en seguros que le saquen riesgo al sistema”, como por ejemplo el “multiriesgo anual”, advirtió.
Y consideró relevante realizar algunos “cambios” y “sacarle miedo” a ciertas cosas, aunque faltan aspectos que sirvan para “blindar a la agricultura”, como es el caso de los “seguros de precios”, que es un servicio vigente en otros países.
Gutiérrez manifestó su optimismo respecto a la posibilidad de implementar ese tipo de seguros en el corto plazo, considerando las oscilaciones que hubo en el transcurso de este año en los precios de los granos, principalmente en la soja, que es el cultivo de mayor extensión en la agricultura local.
Para este profesional, otro asunto a analizar de cara a las próximas zafras es la “conveniencia o no de un subsidio” estatal en las coberturas de seguros agrícolas, para lo cual en la actual administración de gobierno algo se avanzó y ahora restan por evaluar los ajustes necesarios, pensando en avanzar en esa política liderada por el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca.
En línea con la necesidad de hacer una puesta a punto del presente y futuro del mercado asegurador agrícola, Sura decidió ir a algunos centros de producción, para hacer un ciclo de jornadas informativas y técnicas.
El propósito de la empresa es “blanquear la situación de que el reaseguro a nivel global –nosotros somos una industria muy reasegurada, ya que le contratamos seguros a una industria de segundo piso– está teniendo resultados muy malos con la cartera agropecuaria, no solamente en Uruguay sino también en el mundo”, dijo.
Debido a esta situación es que las compañías reaseguradoras tienen perfil financiero, por lo que “ahora salen a buscar colocaciones más rentables” y “las condiciones que nos pasan por nuestra siniestralidad son cada vez más difíciles”, enfatizó.
Gutiérrez aseguró que “es el correlato de lo que estamos viendo en el mercado uruguayo, de ajuste de tarifas y de condiciones”.
Son “medidas necesarias” para intentar “mantener la cartera saludable” desde el punto de vista de la “rentabilidad”, no solamente para la compañía, sino también para el mercado reasegurador del cual “dependen tres cuartas partes del mercado”, que son las empresas de seguros que “contratan reaseguros afuera”, argumentó.
Para el suscriptor de Sura, actualmente hay “coberturas que no son sustentables” y “pérdidas derivadas de coberturas que en el mundo no se dan y no deberían darse en Uruguay”, como “el caso de la resiembra”.
Hay “un problema” que, si bien “no es propio del sector, deriva de una coyuntura de la agricultura hacia un endeudamiento excesivo”, lo que hace que “el financiador exija un seguro de rendimiento en soja, que es el cultivo más riesgoso de toda la rotación agrícola”, sostuvo.
En cuanto al concepto de lo “barata” de las primas, Gutiérrez dijo que eso “implica a todas las coberturas”, no solamente a las de seguros de rendimiento.
Operadores de este sector de actividad resaltaron el rol que tiene en la protección de la competitividad del productor y de todo el ecosistema empresarial, que los problemas climáticos terminan por afectar a la cadena de suministro y que la tendencia va hacia la personalización de los seguros, bajo el concepto de que no se puede tratar igual a lo que es diferente.
Tanto los productores como las empresas aseguradoras y técnicos asesores del gobierno en este tema coinciden en que los seguros agrícolas son una herramienta esencial para el desarrollo de la producción del agro, porque brindan seguridad a los agricultores frente a los riesgos climáticos, promoviendo la inversión y la adopción de prácticas sostenibles.
Y algo no menos relevante es que los seguros actúan como un enlace clave entre productores, propietarios de campos y financiadores.
Fuente: Búsqueda
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