La industria del seguro está teniendo que afrontar un importante abanico de riesgos que está permitiendo hacerla evolucionar con rapidez para adaptarse y dar una respuesta necesaria a los retos de la propia sociedad, favoreciendo lo que ha hecho siempre: ofrecer tranquilidad y protección a los clientes a través de una eficaz cobertura.
Bajo esta premisa, los expertos de Moody’s han analizado algunos de las principales amenazas que están rediseñando al sector asegurador mientras se mantiene, en principio, la estructura casi ancestral de su funcionamiento: los asegurados pagan primas para transferir el riesgo a las compañías aseguradoras, quienes, en principio, se benefician al fijar el precio del riesgo de manera efectiva.
Un nuevo esquema de riesgos
Sin embargo, la consultora cree que el paradigma del funcionamiento de la industria del seguro está cambiando con rapidez, de acuerdo a Moody’s, como consecuencia de que el panorama de riesgos subyacente ha evolucionado con una evidente contundencia en los últimos años. Por ejemplo, a través de catástrofes que antes eran muy improbables y que ahora son más frecuentes. En este sentido, las aseguradoras están teniendo que reconfigurar sus esquemas de valoración de diferentes riesgos, en un contexto de una competencia cada vez mayor en los precios y, por lo tanto, con un efecto negativo sobre los márgenes de rentabilidad.
Desde Moody’s toman como ejemplo los fenómenos meteorológicos extremos y los desastres naturales. A su juicio, la gestión de riesgos de seguros se ha centrado durante mucho tiempo en los riesgos “primarios” o de peligro máximo, como los huracanes y los terremotos. Pero debido a la variabilidad climática, los patrones demográficos y el desarrollo económico, los llamados peligros secundarios (como tornados, tormentas severas, incendios forestales, inundaciones y granizo) se han combinado para convertirse en la principal causa de pérdidas para las aseguradoras en los últimos años, desafiando la gestión de riesgos.
Todo ello está teniendo un profundo impacto en los resultados de la industria de seguros. Si bien individualmente estos eventos son relativamente menos graves que los riesgos derivados de los peligros primarios, ocurren con mucha más frecuencia y, en conjunto, pueden resultar en grandes pérdidas para las aseguradoras. O sea, muerte por mil cortes.
Más costes, menor beneficio
En 2022 se produjo, de acuerdo a Moody’s un cambio trascendental. Por primera vez, las pérdidas aseguradas por riesgos de ingresos, que ascendieron a 73.000 millones de dólares en todo el mundo, superaron el coste de las amenazas primarias, que ascendieron a 63.000 millones de dólares. La tendencia continuó en 2023, un año relativamente benigno desde el punto de vista de las grandes catástrofes, pero un año en el que se registraron más de 100.000 millones de dólares en pérdidas aseguradas por riesgos de beneficios.
Según la investigación de Moody’s, Francia sufrió más de 5.000 millones de dólares en pérdidas por tales eventos en 2022, e Italia más de 6.000 millones de dólares en 2023, niveles que antes eran impensables en Europa. Como es común en otras industrias en la era del riesgo exponencial, tendencias aparentemente no relacionadas se están acelerando y chocando, con consecuencias potencialmente nefastas para el sector de seguros.
En Estados Unidos, por ejemplo, una infinidad de factores, entre ellos la escasez de viviendas urbanas, las políticas fiscales favorables y el aumento del trabajo remoto, están provocando que más personas se trasladen a zonas con mayor riesgo de inundaciones, huracanes e incendios forestales. Al mismo tiempo, el aumento de los costes de mano de obra y materiales, además de los persistentes cuellos de botella en la cadena de suministro, han incrementado el gasto de reconstrucción después de un fenómeno climático, y los litigios han aumentado aún más los costes de las reclamaciones de seguros.
Evidencias en el pasado
Para los expertos de Moody’s, la era actual del riesgo exponencial no tiene precedentes, pero las lecciones del pasado brindan pistas para navegar en el cambiante panorama asegurador actual. En 2005, más de un millón de personas en Luisiana y los estados circundantes fueron desplazadas por el huracán Katrina y sus efectos colaterales. Más de 1.800 personas perdieron la vida.
Casi dos décadas después, sigue estando entre los desastres naturales más costosos de la historia, con un coste estimado de 125.000 millones de dólares en daños totales y 60.000 millones de dólares en pérdidas aseguradas. Muchas aseguradoras que prestan servicios en la región tuvieron que reformular sus modelos de riesgo, buscando una mejor comprensión y contabilización de los peligros interconectados de las marejadas ciclónicas, los fallos en las infraestructuras y los daños causados por el viento. La industria se encuentra en un punto de inflexión similar a medida que los riesgos secundarios se combinan y chocan con las tendencias demográficas y climáticas para crear una nueva frecuencia de riesgo para las aseguradoras. Una vez más, los expertos están reconsiderando cómo interactúan los riesgos y están remodelando los modelos de riesgo con datos en tiempo real y poder predictivo.
Otro ejemplo: la constelación de amenazas ha llevado a algunas aseguradoras de Propiedad y Accidentes a detener sus operaciones en Florida y California, o a reducir su cobertura en otras áreas, dejando a los propietarios con menos opciones a la hora de buscar cobertura de seguro.
Para Moody’s, la situación actual no es ideal para nadie, especialmente para las aseguradoras, que en última instancia ganan dinero mediante el proceso de suscripción de pólizas, el cobro de primas y el pago de las reclamaciones. A su juicio, mantener la salud de los mercados aseguradores en cada país es un asunto complicado que involucra a muchas partes diferentes, pero claramente la exclusión de riesgos no puede ser una solución a largo plazo para las aseguradoras.
La clave está en los datos
En la era del riesgo exponencial, la solución posiblemente pase por el análisis constante de millones de datos para poder tomar decisiones con la mayor antelación posible. Esto significa utilizar evaluaciones más granulares que anticipen mejor los riesgos para que las aseguradoras puedan proteger a las empresas, a los propietarios de viviendas y a sus propios resultados, al tiempo que identifican nuevas oportunidades de crecimiento. E implica también modelos de riesgo dinámicos de mayor definición que permitan a la industria mapear y gestionar mejor los cambios en el mundo físico y digital.
Fuente: Seguros News
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