Radiografía revela que los hogares destinan hasta 20% de su ingreso mensual a cubrir gastos médicos y se endeudan para enfrentar emergencias.
El sistema de salud peruano no solo arrastra brechas internas, sino también una marcada distancia frente a la región. Según datos de Euromonitor International, citados por Juan Acosta —docente de la carrera de Administración y Negocios Internacionales de la UPC—, el gasto per cápita en servicios hospitalarios —que incluye hospitalización, tratamiento médico, exámenes clínicos y rehabilitación— fue en 2024 de apenas US$35 en el Perú, frente a US$60 en Colombia y US$96 en Chile. Es decir, en términos de inversión en atención médica, el Perú está casi tres veces por debajo de Chile y dos veces debajo de Colombia.
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Ello obliga a varios compatriotas a evaluar venir al Perú para hacerse dichos procedimientos y tratamientos considerando además que el tipo de cambio estable que hay en el Perú.
Esta brecha coincide con un panorama de limitada cobertura. El estudio Radiografía del Usuario de Servicios de Salud en el Perú, elaborado por Activa Research en agosto de 2025, muestra que un tercio de los peruanos (34%) no cuenta con ningún seguro de salud, mientras que el 48% depende del seguro público y apenas el 18% accede a seguros privados.
Impacto en el bolsillo familiar de hasta 20%
Para Juan Acosta, la falta de seguros se traduce en un fuerte impacto económico. “Debemos tener en cuenta que, según el INEI, el sueldo promedio en Lima es de aproximadamente S/2.172. En este contexto, los peruanos se ven obligados a gastar cerca de S/ 444 mensuales de su propio bolsillo para cubrir gastos de salud, lo que representa casi el 20% del ingreso promedio”, explica, citando un estudio encargado por ComexPerú.
Acosta advierte que este monto no refleja el costo total de enfermarse. A los desembolsos directos se suman los llamados “gastos ocultos”, como el transporte hacia los centros médicos, la pérdida de jornadas laborales e incluso el impacto en la salud mental por la falta de atención oportuna.
“Esto afecta significativamente a las familias, que muchas veces deben recurrir al endeudamiento para cubrir los costos derivados de la enfermedad de uno de sus miembros. Puede significar el uso de tarjetas de crédito, préstamos personales o incluso la hipoteca de viviendas o terrenos”, señala.
Durante la pandemia de la COVID-19, este escenario quedó en evidencia: los gastos de hospitalización llegaron a S/ 2,500 diarios, sin incluir medicamentos o rehabilitación, lo que obligó a miles de familias a asumir deudas impagables.
Diferencias territoriales y socioeconómicas
La investigación de Activa también revela que el gasto en salud no es homogéneo. En Lima, una atención médica cuesta en promedio S/259, mientras que en provincias asciende a S/330, lo que refleja menor cobertura efectiva fuera de la capital y mayor pago directo del paciente.
Por nivel socioeconómico, el ticket promedio varía fuertemente: S/385 en NSE A, frente a S/128 en NSE D. En adultos mayores de 60 años, el gasto por consulta tiende a ser más bajo, probablemente por un mayor uso de la red pública o de coberturas específicas.
Asimismo, el sistema público sigue siendo la red principal de atención en casi todos los segmentos, salvo en los niveles socioeconómicos altos, donde el privado compite de cerca. En los adultos mayores es común la combinación de ambos sistemas. En Lima predomina lo público, mientras que en provincias se observa una mayor mezcla y más participación del privado.
Atención reactiva y baja prevención
El estudio también confirma que la atención en salud en el Perú es esporádica y reactiva: la mayoría acude a un centro de salud solo si se siente mal, con poca cultura de chequeos preventivos. Este patrón se acentúa en hombres y en sectores de menores ingresos.
Las especialidades más demandadas son:
Medicina general (59%)
Odontología (28%)
Ginecología y obstetricia (16%)
Laboratorio clínico (12%)
Pediatría (11%)
El acceso gira en torno a necesidades puntuales más que a programas preventivos, lo que abre espacio para paquetes integrados de chequeo y derivación temprana.
En el ámbito privado, los factores que más pesan al elegir una clínica son la calidad del servicio y que “valga lo que cuesta”, seguidos por la conveniencia (ubicación y accesibilidad). También influyen la reputación, las recomendaciones de familiares o amigos y, en menor medida, la facilidad de pago y la experiencia digital.
Fuente: La República
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