El seguro rural es la principal herramienta para proteger a su empresa contra los impagos y garantizar la seguridad financiera.
La agroindustria, uno de los principales motores del crecimiento económico de Brasil, destaca tanto en la generación de riqueza como en la reducción de las desigualdades sociales.
Para ilustrar su impacto, el IBGE (Instituto Brasileño de Geografía y Estadística) señala que la actividad agrícola crecerá un 15,1% entre 2022 y 2023, contribuyendo directamente al desempeño del PIB nacional.
En este contexto de fuerte crecimiento, el seguro de crédito rural se destaca como una herramienta esencial para el agronegocio. Ofrece protección estratégica a los proveedores de insumos, mitigando los riesgos financieros, como las pérdidas causadas por el incumplimiento de los productores rurales, y garantizando una mayor estabilidad y confianza en las transacciones comerciales.
Aunque todos los sectores económicos están expuestos a riesgos, hay que reconocer que los productores rurales se enfrentan a desafíos específicos que pueden repercutir en el crecimiento e incluso en la continuidad de las empresas.
Un estudio realizado por Serasa Experian encontró que en el segundo trimestre de 2024, las solicitudes de Recuperación Judicial (RJ) de los productores rurales que operan como Personas Jurídicas crecieron un 40,6% en comparación con el trimestre anterior.
Aunque no se trate de un escenario generalizado en el sector, esta situación puede ser reflejo de diversos factores, como el considerable aumento de los tipos de interés, los elevados costes de producción y el precio de las materias primas.
Ante estos retos, es esencial que los proveedores y las empresas que conceden créditos al sector agrícola cuenten con socios y servicios que puedan ayudarles a mitigar estos riesgos y proteger la estabilidad de sus negocios.
Ofrecer crédito a los clientes es indispensable para la competitividad de cualquier empresa. Sin embargo, cuando los pagos no se realizan según lo acordado, esta práctica puede poner en peligro la salud financiera de la empresa. En el sector agrícola, donde los plazos de pago suelen ser más largos y los márgenes más estrechos, esta situación puede resultar aún más difícil.
En estos casos, el seguro de crédito rural se erige como un gran aliado, ya que garantiza que, aunque los clientes no paguen, los proveedores sean indemnizados, preservando su capital circulante y su capacidad de inversión.
El seguro de crédito también ofrece cobertura frente al riesgo de impago por insolvencia y, en determinadas situaciones, por acontecimientos políticos. En otras palabras, además de proteger a las empresas agrícolas contra las pérdidas financieras, también les proporciona la seguridad que necesitan para seguir invirtiendo y creciendo, independientemente de las incertidumbres del mercado.
Un estudio de la ONU (Organización de las Naciones Unidas) sobre alimentación y agricultura reveló que en 2050 habrá un aumento del 70% en la demanda mundial de alimentos. Sin embargo, para que esta expansión tenga lugar, además del apoyo tecnológico, los productores brasileños necesitarán ofrecer condiciones de pago más flexibles a sus clientes, haciendo posible hacer negocios a largo plazo.
El seguro de crédito ofrece a los acreedores del agronegocio mucha más seguridad y tranquilidad para impulsar sus negocios. Básicamente, una operación de crédito garantizada por un seguro implica la participación de:
Asegurador: entidad responsable de indemnizar al proveedor por parte de las pérdidas derivadas del impago de sus clientes.
Deudor: el productor/comprador rural que, según el contrato comercial, está obligado a devolver el crédito concedido.
Asegurado: empresa proveedora o acreedora que contrata un seguro para proteger sus operaciones de crédito o en beneficio de quienes financian esta operación.
Entre las principales ventajas del seguro de crédito rural cabe citar:
Salud financiera: garantiza al proveedor una rápida recuperación de las pérdidas causadas por el impago, contribuyendo a asegurar la continuidad del negocio.
Competitividad: con mucha más seguridad, las empresas pueden ofrecer mejores condiciones de crédito a los productores y compradores rurales.
Monitorización: es posible monitorizar constantemente la salud financiera de clientes y socios, reduciendo el riesgo de crédito.
Expansión del negocio: más seguridad para aceptar nuevos pedidos a plazo, incluso en el extranjero.
Acceso más fácil al crédito: la protección de las cuentas por cobrar demuestra una mayor solidez financiera, lo que facilita la obtención de líneas de crédito.
Fuente: WTWCO
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