Los seguros de fianzas son clave en varios sectores productivos como construcción, inmobiliario, logístico, entre otros. Por medio de ellos se busca garantizar el cumplimiento de obligaciones contractuales.
En el 2024, según la Federación Ecuatoriana de Empresas de Seguros (FEDESEG), las primas emitidas en el ramo de seguros de fianzas fueron de 79,6 millones de dólares, impulsados en gran medida por la necesidad de garantizar el cumplimiento de obligaciones contractuales en diversos sectores, tanto públicos como privados.
Contar con este tipo seguro dentro de una negociación, puede hacer la diferencia entre terminar un proyecto de manera exitosa o dejarlo paralizado. Estas pólizas son instrumentos de garantía que respaldan el cumplimiento de obligaciones contractuales, legales, judiciales o reglamentarias.
A diferencia de otras coberturas, que protegen directamente al cliente, en estos la aseguradora responde a favor de quien exige la garantía. Es decir, se trata de un acuerdo entre tres partes: el contratista o afianzado (quien contrata la póliza), el beneficiario (quien recibe la garantía) y la afianzadora (compañía que emite la póliza) que se compromete a pagar una suma de dinero en caso de incumplimiento de contrato.
Los seguros de fianzas se dirigen a varios segmentos: inmobiliarias, constructoras, proveedores de obras civiles, de infraestructura y del Estado; operadores logísticos y comerciales; arrendatarios, entre otros.
Susana Vélez, gerente nacional de fianza y crédito de Seguros Interoceánica, afirma que el producto permite a las empresas o negocios demostrar solidez financiera y credibilidad frente a terceros, especialmente en sectores que son regulados o que manejan contratos de alto valor.
Karla Manosalvas, gerente comercial de seguro de crédito y fianzas de Mapfre, comenta que estas pólizas son muy solicitadas, principalmente por empresas del Estado que hacen la función de beneficiario, siendo el sector de mayor demanda, mientras que el privado es considerado un mercado en expansión.
“Son muy requeridas al momento de realizar alguna obra, provisión, importación o exportación, ya que para cada giro de negocio tiene su propia cobertura y además son más fáciles de diligenciar versus una garantía bancaria”, indica.
Riesgos y proyecciones
Prescindir de una fianza puede exponer a las empresas a diversos riesgos financieros y contractuales como la inhabilitación para participar en procesos de contratación. Muchos concursos públicos o licitaciones privadas exigen una fianza como requisito habilitante y no contar con esta garantía puede significar la exclusión automática de oportunidades de negocio.
A esto se suma que, en ausencia de estos seguros, las compañías se ven obligadas a presentar garantías bancarias, certificados de depósitos a plazo o letras de cambio, lo que implica destinar recursos financieros en un contrato, en lugar de impulsar el negocio o realizar inversiones. Además, si un proveedor incumple una obra o trabajo, debe asumir el pago de penalidades o indemnizaciones, lo que puede poner en riesgo su liquidez.
“Algunas instituciones financieras consideran la existencia de fianzas como un factor de evaluación positiva para otorgar créditos o nuevos contratos. No tenerla, puede dificultar acceder a ese financiamiento”, manifiesta Vélez.
Estos productos pueden traer riesgos para las aseguradoras, por lo que antes de aprobarlos se realiza un análisis detallado previo de los contratistas, su experiencia, solvencia y el objeto del seguro. Manosalvas explica que, a pesar de aquello, puede existir un incumplimiento contractual, ya sea por factores internos o externos, pero que al contar con el respaldo de reaseguradores se puede cumplir con las obligaciones de cara al beneficiario.
Fuente: Vistazo
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